Hay motivos para que nos gusten las tormentas de verano. ¡Celebra! ¡Llueve! Y es agosto…

gota¡Nos sobran los motivos! La lluvia de última hora, de agosto, nos devuelve en cuerpo o mente al sofá, a las ventanas, dentro de las cafeterías, a la sala del cine. La lluvia de agosto nos saca de las playas y nos echa más ropa encima. Hay motivos, por tanto, para que nos gusten las tormentas de verano. ¡Celebra! ¡Llueve! Y es agosto…

Motivos surrealistas, pero motivos:

  • Esa manta y ese sofá te pertenecen. Con la lluvia puedes volver a él sin perderte rayos de sol.
  • Elogio de la pereza. Ahora sí que sí te puedes quedar en casa.
  • Valencia se limpia. ¡Aleluya! (Todos sabemos que es una asignatura pendiente de la ciudad).
  • Nos asomamos más a las ventanas (sí, probablemente necesiten un trapo).
  • Vuelve el café calentito.
  • Puedes decir no a la playa y no sentirte culpable.
  • Los coches se limpian (casi).
  • Había un libro… Sí, ese. Retómalo.